sábado, 17 de enero de 2009


Ester Lucero

Un doctor que participaba dentro de un grupo revolucionario quedó fascinado por la imagen de una niña de nombre Ester Lucero. Conmovido y convencido de que se dejó engañar de más por los sentidos se prestó a buscarla. Al encontrarla se hizo amigo –y médico- de la chiquilla. Su amistad fue intachable más su conciencia le recriminaba su fijación por una niña ajena a sus sentidos. Ángel Sánchez presenció la lenta pero gradual transformación de Ester Lucero. Ignoraba los comentarios de los vecinos que veían extraño que el director del hospital tuviera interés en charlar con aquella anciana y su nieta pero el completo control que ejercía sobre sí mismo le cuidaron de jamás levantar sospechas de su ardiente y reprimido deseo. Una tarde, el doctor recibió el cuerpo herido de la joven. Desesperado, trata en vano de salvarla y una vez que agotó todos los recursos decidió buscar algunas plantas que un brujo de una tribu le dio luego de salvar, milagrosamente, la vida de un amigo.

El doctor Ángel Sánchez regreso con la enferma y para sorpresa de la abuela y la enfermera en turno, bailó una extraña danza y unto las plantas por el cuerpo, doce horas después, Ester Lucero se divertía con el tío Ángel que volvía a danzar a su alrededor como segunda parte del tratamiento.

Al paso de los años, Ester Lucero se casó y mudó a otra ciudad, de vez en cuando le escribe a su tío quien vio incrementado notoriamente su prestigió. Una expedición se puso a buscar más hierbas medicinales pero sin éxito alguno.


Cuentos de Eva Luna - Isabel Allende

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