sábado, 17 de enero de 2009


Si me tocaras el corazón

Amadeo Peralta pertenecía a una familia de ladrones que eran liderados por su propio padre. Sin embargo, con los cambios en el sistema político el patriarca pensó que había que adecuarse a los nuevos tiempos por lo que instó a sus hijos a contraer nupcias con doncellas de probada reputación para limpiar el maltrecho nombre de la familia. Amadeo era un mujeriego empedernido al que no le agradó mucho la idea. Cortejo a una dama quien temiendo quedarse soltera lo aceptó.

Semanas antes de la boda, Amadeo se encontró a una niña tocando el salterio. Fue fácil para él seducirla y abandonarla sin embargo, la niña apareció tiempo después encendida con la fiebre del amor. Amadeo no tuvo escrúpulos y decidió encerrarla mientras pensaba que hacer con ella. Al principio se encontraba en el sótano con ella y luego de satisfacer sus instintos la dejaba de nuevo sola en medio de la oscuridad. Y así pasaron los años. Durante un olvido prolongado cierto día la encontró moribunda por lo que contrató a una india para que limpiara su estancia y esté al pendiente de ella. Amadeo duplicó la herencia de su padre y en poco tiempo fue el cacique más poderoso de la zona. Y así pasó el tiempo.

Las leyendas se multiplicaron, unos niños aseguraron haber encontrado un lugar –propiedad de Amadeo- que sin duda era la puerta del infierno por los extraños ruidos que ahí se oían. La policía llegó al lugar y fue cuando los rumores y leyendas cobraron verosimilitud. Un despojo humano que recordaba a una mujer había vivido encerrada toda su vida por culpa de Amadeo Peralta. La indiferencia se tornó en indignación por lo que todos quisieron ayudar a Hortensia y hundir al déspota cacique. Amadeo terminó en la cárcel. Hortensia fue atendida por una monjas y –luego de acostumbrarse a la luz y a los demás seres humanos- se encaminaba a la cárcel a tocar el salterio a quien rara vez la dejaba sin comer. Pronto Amadeo, ante aquel reclamo persistente, se abandonó en la oscuridad y la desdicha.



CUENTOS DE EVA LUNA - ISABEL ALLENDE

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